Mateo Baselga presenta en Cinema Jove su cortometraje Una casa es una casa, una mirada lúdica y profunda sobre la vivienda, la sostenibilidad y el deseo de vivir en calma
“Una casa es una casa” plantea la pregunta de cómo es tu casa ideal. Y lo hace desde el juego, el dibujo y la construcción con juguetes, para hablar de algo tan esencial como el derecho a una vivienda digna. “Al final, es un cortometraje que aboga un poco por la calma y la paz mental”, dice su director, Mateo Baselga.
E.- ¿Cómo nació la idea de Una casa es una casa?
M.B.- Este cortometraje parte de una pregunta muy sencilla: ¿Cómo es tu casa ideal? Invitamos a diferentes personas a imaginarla, a dibujarla o construirla con juguetes. A través de ese juego, emerge una reflexión más profunda sobre la vivienda, sobre qué significa estar en un lugar a gusto. Al final, es una forma de hablar del hogar como un espacio necesario para poder estar tranquilos y desarrollar nuestras vidas. Creo que primero necesitamos ese lugar de calma para poder ser.
E.- Tu obra tiene una dimensión crítica sobre el mundo actual. ¿Qué tipo de hostilidad retratas?
M.B.- Desde mi punto de vista, la hostilidad no es solo bélica o social. A veces es climática, o simplemente está en el ruido constante de las ciudades. En el corto, aparece esa acumulación, ese acaparar cosas, que nos lleva a vivir de forma incómoda. La película aboga por cuidarnos, por cuidar nuestro entorno, y por repensar dónde queremos vivir y qué mundo queremos conservar. Ahí entra de lleno el tema de la sostenibilidad.
E.- ¿Sientes que los gobiernos están actuando con coherencia frente a esa urgencia?
M.B.- No. Siento que prevalece el interés económico y la mentira. Hay gobiernos que niegan los problemas, y otros que no hacen lo suficiente aunque los reconozcan. La sostenibilidad no es un “deberíamos”, es una obligación humana. Algunos cambios deben venir desde lo individual, sí, pero muchos dependen de grandes estructuras: gobiernos y empresas que, en muchos casos, no asumen su responsabilidad.
“La hostilidad no es solo bélica o social. A veces es climática, también esta en el ruido constante de las ciudades”
E.- ¿Y qué papel puede tener el activismo en este contexto?
M.B.- Un papel crucial. Necesitamos figuras que presionen, que muestren la verdad, que incomoden si hace falta. No solo para señalar los problemas, sino también los resultados que ya estamos viviendo. Hay activistas que se juegan la vida para hacernos ver lo que está pasando, y eso es algo muy valioso.
E.- Dices que todo está conectado. ¿Cómo lo refleja tu cortometraje?
M.B.- Cuando uno habla de vivienda no habla solo de vivienda. Lo mismo pasa con el clima o con los conflictos armados. En el fondo, todo tiene que ver con la forma en que vivimos y convivimos. Nosotros hicimos este corto desde un cierto privilegio, pero su mensaje debería tocar a toda la sociedad. Encontrar un lugar en calma puede significar tener una casa… o simplemente que no caigan bombas en tu calle. La idea de hogar tiene muchas formas.
“El corto fue hecho desde un cierto privilegio, pero su mensaje debería tocar a toda la sociedad”
E.- ¿Vas a seguir explorando estos temas en tus próximas obras?
M.B.- Sí, tengo en marcha proyectos de documental y ficción. Aunque no siempre aborde lo social de forma explícita, son temas que me preocupan y que van a seguir apareciendo en mi trabajo, casi sin querer. Son las cosas de las que necesito hablar.
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