Las Fallas de Valencia no son solo una fiesta. Para los valencianos, representan el alma misma de su cultura, una manifestación de historia, arte y devoción que cada marzo transforma la ciudad en un espectáculo de luz y fuego. Declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO el 30 de noviembre de 2016, estas fiestas son el orgullo de una tierra que vive intensamente cada paso del ritual fallero.
Durante varios días, las calles se llenan de vida con los imponentes ninots, figuras satíricas de cartón piedra y otros materiales que critican, con humor y agudeza, a la sociedad actual. Estas esculturas, muchas veces de gran tamaño, son el resultado de meses de trabajo de los artistas falleros, y culminan en la Cremà, el momento en que son consumidos por las llamas, símbolo de renovación y purificación.
Pero Las Fallas son mucho más que fuego. La tradición se vive en los trajes típicos que con orgullo visten las falleras y los falleros. Las mujeres lucen sus majestuosos vestidos bordados a mano, joyas antiguas y, por supuesto, la peineta, un adorno icónico que corona los elaborados moños trenzados. Esta imagen, tan poderosa y elegante, conecta a las valencianas con sus raíces y su historia.
Uno de los momentos más emotivos de la fiesta es la Ofrenda Floral a la Virgen de los Desamparados (la Mare de Déu dels Desemparats), patrona de Valencia. Durante dos días, muchos falleras y falleros desfilan por las calles llevando flores que se utilizan para formar un manto real a los pies de una inmensa figura de la Virgen. Es un acto cargado de sentimiento, fe y comunidad, que une a generaciones enteras en una devoción compartida.
Origen de Las Fallas de Valencia
El origen de Las Fallas se remonta al siglo XVIII, aunque sus raíces se encuentran en antiguas tradiciones medievales. Se cree que los carpinteros de Valencia, en vísperas del día de su patrón, San José (19 de marzo), quemaban en la calle los trastos viejos y los parots —unos artilugios de madera que usaban para iluminar sus talleres en invierno— como símbolo de limpieza y renovación de cara a la primavera.
Con el tiempo, esos montones de madera comenzaron a adquirir formas humanas y satíricas, dando paso a los ninots que hoy caracterizan la fiesta. La primera referencia documental oficial a Las Fallas como celebración organizada data de 1740, aunque fue a finales del siglo XIX y principios del XX cuando la fiesta tomó una forma más parecida a la actual, con concursos, premios y participación popular.
La portada que ilustra esta galería es de una falla de nombre “València Renaixer” ( Valencia Renace)
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